domingo, 10 de junio de 2018

Lecciones de radicalidad


Va esta entrada en primera persona intentando evitar el nosotros y evitando citar a cada uno de los que me ha acompañado en cada una de las aventuras que quisiera contar. Entre otras cosas porque los que en unas ocasiones estaban de mi flanco otras veces estaban enfrente, y la vida, que sigue y continúa, hará que los que esta semana me critican dentro de unos meses puedan ser  los que están conmigo, o al revés.

Empecé en política muy joven, ahora incluso creo que demasiado joven. Pero eso ya no lo puedo cambiar, con 12 años ya corría por centros políticos, con 14 me afilie por primera vez a un  partido. Con 16 ya viví mi primera decisión de cambio radical de partido. Y desde ese momento he ido pasando de una radicalidad a otra.

Con 18 años era militante del Frente de la Juventud, habiendo ya pasado por el Frente Nacional de la Juventud y grupos menores de Barcelona. Entonces considerábamos a Fuerza Nueva una cosa moderada. Pero el asesinato de Juan Ignacio, el 23-F y alguna circunstancia mas me hicieron a volver a Fuerza Nueva. Ganaron los socialistas, y como cada vez que a España llega un gobierno socialista, algunos dijeron que llegaba el Frente Popular, y se creyeron, si de verdad se creyeron, que nos iban a fusilar. Se disolvió Fuerza Nueva en noviembre del 82. A esas alturas solo cabía una sería reflexión sobre lo que ocurría, pero la inercia, como siempre, llevo a las entonces “fuerzas nacionales”, a seguir en lo que había.

Yo elegí otros derroteros, contacte con el mundo ecologista y viví mi primera experiencia en otro ambiente político. Por el camino algunos viejos amigos optamos bien por la reflexión, como en algunos grupos e iniciativas que confluyeron en Disidencias, bien en experiencias que confluyeron en Juntas Españolas. Viví episodios en los dos sitios, desde presentar ponencias en congresos de Juntas Españolas a impulsar Disidencias y varios contactos que terminaron en lo que se llamo Plataforma Nueva Europa y que culmino en una experiencia radical europeísta llamada “Sin Tregua” con compañeros de aventura venidos del troskismo.

Sin Tregua llego a su límite sobre el 92, y entonces los que venían de Juntas Españolas junto a los restos de CEDADE propusieron Alternativa Demócrata Nacional, lo que terminó siendo Democracia Nacional. Frente a ello otros opusimos Alternativa Europea. Era la radicalidad nacional-revolucionaria, en la que nos llegamos a auto-etiquetar de nacional-bolcheviques.

En el 95 algunos amigos entraron en FE-JONS y propusieron que intentásemos profundizar en una falange moderna y mas escorada a la izquierda de lo habitual. Fueron los tiempos de Gustavo Morales como Jefe Nacional. Aquello se acabo y unos cuantos fuimos “Vértice”. De allí llegamos a la coalición electoral del 2000, cuando fui primer candidato por Barcelona. La coalición no aguanto pero unos cuantos terminamos juntos en el Movimiento Social Republicano.  

A los 45 años creí que había que seguir las consignas de Ramiro Ledesma y deje el activismo político, porque había que dejar paso a otras generaciones porque la revolución, como sostenía Ledesma, era una cuestión de juventudes. Y volví por un tiempo al mundo ecologista.

Pero la vida es muy sabia y me enseño que no acaba con 45 años. Y regresé poco después con Agropound, un intento de experiencia radical rural, que tenía en su germen la idea de una comunidad rural basaba en la ocupación de tierras, aunque no lo decía expresamente.

La vuelta a la política me llevo a intentar ver el panorama y optar por la federación Respeto, pero su conformación impedía que hubiese una afiliación directa a Respeto tal y como algunos queríamos. La opción fue afiliarse a uno de los partidos federados. Pero Respeto optaba por la vía municipal, lo que hizo que incluso fuese candidato de FE-JONS a las generales.

Pero aun así no se abría el panorama, y desde enero del 2017 fui dando “toques” sobre las posibilidades que ofrecía Vox.

Cuando uno no ha de recibir lecciones de radicalidad de nadie puede tomar las opciones que crea necesarias. Y en eso estamos. Es verdad que he sido radicalmente europeísta y radicalmente partidario de una economía dirigida. Pero en cambio otros temas me fueron siempre ajenos y no me implique en ellos, ni tuve etapa revisionista, ni he sido nunca de CEDADE pese a que algún periodista o supuesto investigador así lo escriba.

Estos días algunos pretenden darme lecciones de radicalidad. No creo que me hagan falta. A algunos de ellos yo les he acusado en el pasado de moderados, y ahora el aire corre en dirección contraria.

Pero en lo que si estaré siempre es en intentar conseguir lo mejor para las fuerzas patrióticas en cada momento, y por ahora creo que hay una opción posible de llevar a algunos al parlamento europeo al lado de Le Pen y compañía.

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