La última “figura” de Junger: el Gran Silencioso.
En el 20 aniversario de la muerte de Ernst Junger, 17 de
febrero 1998, es necesario por un momento recuperar su recuerdo.
En uno, es lo que tiene ser longevo -103 años-, de los
llamados “testamentos” de Junger el volumen titulado “Los titanes venideros”
nuestro pensador apunta una última figura en su catálogo. Se trata del “Gran
Silencioso”.
Junger a través de su dilatada obra nos ha ido proponiendo
grandes diferentes figuras: el soldado, el trabajador, el emboscado, el anarca,
junto a otras menores y mas personales: el entomólogo, el escritor, el padre,…
pero en esta obra que citamos abre el catálogo con una figura final.
El gran silencioso no es una nueva figura en si misma sino
la continuación lógica de lo que ahora se llama relato de sus figuras, tras el
emboscado y el anarca aparece el Gran Silencioso. Contiene a la vez las figuras
del emboscado y el anarca pero las supera ya a la puertas del siglo XXI en el
mundo de todos los ruidos físicos, mediáticos, informativos e informáticos, con
su big data , la perdida de la intimidad y la burbuja en el mundo de las redes.
Frente ello el gran solitario recupera la tendencia de
retirarse al bosque, no solo como retirarse del mundo actual, sino también como
voluntad activa de oponerse moralmente y personalmente a ese mundo moderno, y
ya pos-moderno. Y como voluntad de no ceder ante nada y resistir.
El gran silencioso tiene un problema, se trata de una figura
que solo caben en los grandes conocidos, en su caso él mismo. Con larga carrera
literaria, porque así se percibe su obra inicial “Tempestades de Acero”. Una
oculta carrera política, que se reconoce en “Los titanes venideros” cuando se
confiesa líder de los nacional-bolcheviques. Una etapa conspiracionista ¿era
realmente “La Paz” el texto que iba a tomar Rommel como referencia en el golpe
contra Hitler?. Y una pos-guerra dura donde tuvo que refugiarse en la
literatura con resonancias. Un gran silencioso con este recorrido es un
silencioso que deberíamos calificar como mínimo de curioso o anómalo.
El gran silencioso
contiene pues a la vez la rotundidad de escaparse al bosque, de convertirse en
tu propia autoridad, también en el campo de la moral y la sociedad, política
incluida, del anarca. Pero la supera cuando frente al ruido, propone el
silencio.
Relectura pues necesaria estos días: “Los titanes venideros”
porque no muere quien sigue en nuestra memoria y en nuestras lecturas. El mejor
homenaje cara a este 17 de febrero.
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